martes, 14 de abril de 2015

MI PARTICULAR OBITUARIO

Mal día el de ayer, 13 de abril de 2015, para el mundo de la cultura.
Los fallecimientos de Günter Grass y de Eduardo Galeano fueron las noticias que más corrieron por las redes sociales.
Reproduzco aquí este breve recuerdo que Floren Dimas ha tenido pare estos personajes:

MI particular obituario. 


En el cosmos del mundo literario, los grandes escritores se dividen en dos categorías: los que dedican su obra al estricto cultivo de la estética “como un lujo cultural de los neutrales”, al decir de Gabriel Celaya, y los que desde la pulcritud de sus creaciones, transmiten la denuncia y el compromiso ante el mundo de injusticias que les rodea.
Günter Grass y Eduardo Galeano, fallecidos ayer, compartían la condición de dedicar su creación literaria a abrir las mentes a la sensibilidad del dolor ajeno, a generar empatía hacia el que sufre, a rebelar el espíritu inconformista del ser humano, negándose a permanecer indiferente sin sentir vergüenza de sí mismo.

Al descubrir la última capa de su trayectoria vital, Grass tuvo la valentía de mirar a su pasado de alemán adolescente, para volver a contemplarse con mirada crítica dentro del negro uniforme de las SS,  como auxiliar de artillería. Entre aquella etapa de ocho meses, y el punto en que su corazón dejó de latir a los ochenta y siete años, han transcurrido setenta y uno años en los que, a modo de expiación por aquella fascinación satánica y pasajera, se volcó en legar al mundo una trayectoria creativa, a la que la concesión del premio Nóbel en 1999, hizo justicia por una vida entregada a la causa de la democracia y de la libertad.
Eduardo Galeano, nos ha dejado a los 74 años. Dos veces exiliado de las dictaduras uruguaya y argentina, encontró en España su segunda patria de 1976 a 1985 en que regresó a su país, justo a tiempo para sumarse a la campaña contra la impunidad de los crímenes de la dictadura que marcó su vida en el extranjero. Su obra es un paseo por la historia de Latinoamérica, mostrando el lado oscuro de la dominación imperialista desde ambos lados del Atlántico, dejando una amplia producción literaria, que nos sirve de atalaya para descubrir un continente complejo y multicolor, oscurecido por la explotación de las oligarquías nacionales y las dictaduras bananeras.
“Las venas abiertas de América Latina” y “El tambor de hojalata” son posiblemente el mejor testamento que Galeano y Günter Grass dejan a la humanidad, como una advertencia de las consecuencias a que pueden llevar las ideologías totalitarias y excluyentes, cuando millones de buenas personas no hacen nada para evitarlo.
Descansen en paz.
Floren Dimas Balsalobre