miércoles, 21 de enero de 2015

NUESTRO CINE CENTRAL



En el año 1916, con el estreno de la película “Menicelli” se inauguró en Cartagena el Salón Sport.
Se trataba de un cine construido sobre el solar que durante 80 años había ocupado el antiguo convento de La Merced, y durante los primeros años de su existencia, en que funcionó como mercado por las mañanas y como salón de cinematógrafo por las tardes, estuvo regentado por la ejecutiva del partido político denominado “El Bloque”, liderado por José García Vaso.


Diez  años más tarde se acometió la remodelación del local, bajo la dirección del arquitecto Lorenzo Ros, y a partir de su reinauguración, en septiembre de 1927, se dedicó al uso exclusivo como cine, un cine cuya decoración era admirada por quienes como espectadores acudían a sus proyecciones.

Continuó llamándose Cine Sport cuando cambió de propietario, en 1935, y continuó con esa denominación hasta que, tras el final de la guerra, pasó a llamarse Cine Central, en 1939, nombre con el que lo conocimos hasta el año 2000, cuando con su cierre acabó una etapa importante de la historia de la ciudad.

Allí hemos visto la proyección de Los diez Mandamientos, de Ana Karenina, de Las señoritas de Aviñón… allí intentábamos burlar al portero para entrar a ver películas para mayores de 18 años, entrando con fingida seguridad, enormemente maquilladas, para que no nos pidiese que acreditáramos la edad mostrando el D.N.I. Allí nos hemos reído y emocionado durante nuestra adolescencia y juventud, en esa sala que se ha ido arruinando a lo largo de los últimos quince años sin que nadie hiciera nada por remediarlo.

Allí hay un horroroso proyecto de ocupación del inmueble para uso de oficinas, en lugar de restaurarlo y devolverle su antiguo esplendor, devolviéndole su antiguo uso como cine o como teatro.
A pesar de las peticiones ciudadanas, el antiguo cine Central no volverá a recuperar su función. Con él pasará al olvido una etapa de nuestra historia, de la historia de tantas cartageneras y cartageneros que pasamos tantas tardes de los fines de semana con los ojos clavados en la fábrica de sueños que para nosotras y nosotros fue su pantalla de proyección. Habrá que dar las gracias a nuestra alcaldesa por habernos frustrado ese otro sueño de ver restaurado y puesto de nuevo en funcionamiento el cine Central.

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